
Descubre quién puede reparar o autorizar pruebas de armas, qué documentación se exige en cada caso y cuándo procede el depósito ante la Intervención de Armas y Explosivos. Incluye plazos, lugares permitidos y supuestos habituales como fallecimiento del titular o caducidad de licencias.
Reparar un arma o probarla antes de la compra son procesos en los cuales la ley exige ciertos requisitos legales y administrativos. Estas actividades están muy controladas porque la normativa buscará un equilibrio seguro y mantener a las armas de fuego bajo la máxima supervisión posible.
La seguridad será una prioridad, y todas las normas explicadas a continuación están enfocadas en ello. En lograr que cualquier tipo de manipulación, prueba o depósito de armas, sea seguro.
Reparaciones en las armas de fuego
Si tu arma llegase a necesitar de algún tipo de reparación, debes saber que no cualquiera está capacitado para hacer esto. También que necesitará llevar algunos documentos consigo para la reparación.
¿Quién puede reparar armas legalmente?
El reglamento indica que sólo podrán repararlas las empresas que las fabrican o los armeros. Aunque no cualquier armero está capacitado para ello.
Tienen que ser armeros que estén autorizados específicamente por la Intervención de Armas de la Guardia Civil. Asimismo, tener un local registrado abierto al público. Lo cual brinda a los dueños la garantía de profesionalidad, y a dichos entes, control.
¿Cuál documentación es solicitada?
Al momento de llevar tu arma a alguno de estos sitios, tendrás que llevar contigo la documentación solicitada. El papel estrella y clave es la guía de pertenencia del arma, que sería como su DNI.
La norma indica explícitamente que un armero no debe ni aceptar el arma si no viene con su guía. Por lo general, esto es lo que se cumple, pero existe una excepción.
Si el arma viene de otra localidad y no la trae el dueño, el titular, hace falta una guía de circulación. Esta la emite la Intervención de Armas de donde venga el arma.
Siempre se necesitará de un documento o el otro, y éste se quedará con el armero mientras dura la reparación. Después, al recogerla, se devuelve al titular. La trazabilidad es total, y el arma va con su papel de identificación todo el tiempo.
¿Quién puede llevar al arma para ser reparada?
En este aspecto, no existen mayores complicaciones. El titular podrá levarla por sí mismo al taller a reparar sin problema.
La única condición es que lleve consigo la guía de pertenencia durante todo el camino. Lo cual simplifica un poco el proceso para el propietario.
¿Qué pasa si una reparación implica modificar al arma?
Acá se estaría entrando en un terreno más delicado. Si la reparación de un arma implica modificaciones como cambiarle el calibre o algo en la estructura, la normativa se pone mucho más estricta.
Cualquier cosa que suponga una modificación sustancial de las características originales, se exige avisarlo a las autoridades. Se debe avisar antes y tener permiso de la Intervención de Armas y Explosivos. No se puede hacer sin avisos, sino con comunicación previa y el permiso necesario.
¿Quién da la aprobación final para modificaciones en las armas?
Depende del tipo de arma y del cambio que se quiere hacer. En muchos casos, quien debe aprobar las modificaciones es la misma Intervención de armas. Pero, por ejemplo, si cambias el calibre de un arma de caza, necesitas la aprobación de un banco oficial de pruebas.
Un banco de pruebas es un organismo oficial, certificado, que verifica que el arma sigue siendo segura y cumple las características técnicas después de la modificación.
Sin embargo, para una modificación importante en armas de ciertas categorías, como la primera (pistolas, revólveres), la segunda (rifles) o armas de guerra, se podría necesitar incluso de la luz verde del Ministerio de Defensa.
Pruebas en armas de fuego
Cuando alguien quiere probar un arma de fuego antes de comprarla en España, se deben seguir ciertas directrices que están pensadas en resguardar la seguridad de todos los involucrados en el proceso. Pero al mismo tiempo, satisfacer el interés del comprador por probar lo que comprará.
¿Quién tiene la autoridad para aprobar la prueba de un arma?
La autorización para acceder a un arma para una prueba recae exclusivamente en los fabricantes y los comerciantes de armas. Ellos son los que están legalmente autorizados.
También lo están sus representantes legales acreditados. Nadie más. Por lo que, el círculo es bastante cerrado desde el principio.
¿Quién puede probar un arma?
La persona que empuña el arma para probarla deberá cumplir con ciertos requisitos. En primer lugar, es imprescindible que esa persona ya tenga una licencia de armas. Ella debe estar en vigor.
Tampoco puede ser una licencia cualquiera. Tiene que ser la licencia apropiada para el tipo específico de arma que se quiere probar. Si no tienes esa licencia concreta y válida, la prueba no es posible. Es un requisito fundamental.
En segundo lugar, se necesita de una autorización por escrito. Esta debe seguir el modelo oficial que está establecido. Dicho documento será estrictamente personal e intransferible. Es decir, será válido sólo para esa persona en concreto. No se puede pasar a nadie más.
El documento tiene que ser muy detallado. Debe incluir la reseña completa del arma: marca, modelo, número de serie, etc. Al igual que los datos de la licencia de armas de la persona que va a probarla, así como, el lugar exacto donde se va a hacer la prueba y su tiempo de validez.
Para que sea válido necesitará además del sello de la Intervención de Armas y Explosivos. Sin el sello, el papel, no valdrá nada.
¿Dónde se puede llevar a cabo la prueba legalmente?
Una vez tengas la autorización visada y todo en regla, las pruebas tienen que hacerse en lugares que estén habilitados específicamente para usar armas de fuego de forma segura.
Sitios aprobados para esta actividad son los polígonos, campos o galerías de tiro. Los que tengan autorización oficial. También se contemplan los terrenos cinegéticos controlados o cotos de caza. La idea es siempre garantizar un entorno seguro y controlado.
Está terminantemente prohibido hacer este tipo de pruebas en la vía pública. Bajo ningún concepto se puede hacer una prueba de un arma de fuego en la calle, ni en ningún otro lugar público que no está autorizado para ello.
Depósito de armas de fuego
Otro tema importante a considerar, es que existen algunas circunstancias en las que se deberá entregar un arma a la Intervención de Armas y Explosivos. De presentarse estas situaciones, es una obligación la entrega, que se debería dar dentro de plazos determinados y con ciertos papeles.
Estas son algunas de las circunstancias y cómo se debe actuar:
Fallecimiento del titular del arma
Cuando fallece el titular del arma, los herederos o el albacea, si lo hay, tienen la obligación legal de depositar las armas en la Intervención. Esta es una obligación, y tendrán un plazo máximo de seis meses desde que la persona fallece para hacer este depósito.
Para depositar el arma tendrán que llevar con esta la guía de pertenencia del arma. Pero, algunas veces también se pide el certificado de defunción, para acreditar el motivo.
Una vez depositada, el arma quedará allí guardada durante un año. En ese tiempo, los herederos pueden decidir qué hacer con ella legalmente. Que podría ser, venderla a alguien con licencia o transferirla a un heredero con licencia. Otra opción podría ser, pedir que la inutilicen.
Licencias caducadas o pérdida al derecho de tener armas
En cambio, cuando se presentan situaciones como licencias caducadas o la pérdida de tener armas por otra razón, todo cambia. La directriz es mucho más estricta. No hay período de gracia, ni nada parecido.
El depósito tiene que ser inmediato. En el mismo momento en que dejas de tener la habilitación legal, ya sea porque caduca o te la quitan, tienes que entregarla en la intervención. Al igual que su guía de pertenencia.
Pérdida de papeles
Si el problema no es perder la habilitación, sino perder los papeles, la documentación que acredita que puedes tenerla o la del arma en sí, también hay que depositarla. Pero, dependiendo del tipo de papel que hayas perdido.
Si lo que pierdes es la licencia de armas (el permiso general para tenerlas), sí deberías depositarla. Tienes que depositar todas las armas que tenías con esa licencia, incluyendo sus guías.
En cambio, si lo que se te extravía es sólo la guía de pertenencia de un arma concreta, entonces sólo tienes que depositar esa arma específica, la que se ha quedado sin su documentación.
Fallos en las revistas de armas
Las armas reglamentadas, las que requieren licencia, tienen que pasar inspecciones técnicas cada cierto tiempo. Ellas son obligatorias y sirven para verificar que están en buen estado. Si un arma no supera dos revistas seguidas, se considera que algo no va bien, ya sea por el arma o la diligencia del titular.
En este caso, la norma obliga a retirar la guía de pertenencia y a depositar el arma de inmediato. Es una medida de control.
Subasta de armas
Anteriormente, los titulares de armas podían depositarlas en la Intervención para que fuesen subastadas. Esto, ya no es posible. En la actualidad, las únicas armas que pueden ser subastadas son aquellas que tienen un valor histórico o patrimonial. Las cuáles serán vendidas en una subasta pública.
Si transcurre un año de que el arma con valor acreditado como patrimonio histórico es depositada, esta será enajenada para una subasta pública.
El destino de las armas no reclamadas
Todas las armas que acaban depositadas, si nadie las reclama o si los herederos no hacen nada en ese año que tienen de plazo para recuperarlas, tienen dos destinos. Si tienen valor histórico, serán subastadas. Pero si no lo tienen, lo más habitual es que sean destruidas y convertidas en chatarra.
Conclusiones
Todo el sistema busca asegurar un control continuo muy riguroso sobre las armas de fuego, desde que se compran hasta que, por la razón que sea, cesa su posesión legal.
La idea principal de éste, es que cualquier cambio importante quede validado y registrado oficialmente, que no se escape nada. Al final, este es un sistema que prioriza el control y la trazabilidad por encima de casi todo. Por este motivo, el control se extiende hasta el mantenimiento básico. Cada paso está pensado para saber dónde está cada arma, quién la toca y asegurar que sus características esenciales no cambien sin supervisión.
Se intenta minimizar cualquier riesgo y mantener un registro claro de quién prueba qué, dónde y cuándo. El propósito final es proteger la seguridad colectiva.